En las pistas de Aguascalientes, bajo el sol que encendía los metales y el esfuerzo, una delegación queretana volvió a hacer historia. Noventa medallas —dieciséis de oro, veintinueve de plata y cuarenta y cinco de bronce— sellaron el paso firme de los atletas que, desde el para-atletismo, transforman la competencia en una forma de afirmación personal y colectiva.
La Paralimpiada Nacional, organizada por la CONADE, no es solo un torneo: es un territorio donde la voluntad toma forma. En las pruebas de campo, los queretanos lanzaron bala y jabalina con precisión y fuerza; en pista, corrieron las distancias de 100, 200, 400 y 800 metros como si cada zancada fuera una declaración de posibilidad.
Entre ellos se repiten nombres que ya empiezan a tener resonancia: Joshua Barroso, Dayana Reséndiz, Julieta Rodríguez, Rodrigo Rodríguez, Ignacio Mata, Karla Pérez, José Camacho, Sarah Olguín, Victoria de Jesús García. Sus logros no solo se miden en segundos o centímetros, sino en la tenacidad con que enfrentan los límites. Algunos vestirán el uniforme nacional rumbo a los Juegos Parapanamericanos de Chile 2025.
La competencia se dividió por edades: de los 13 a los 22 años. En cada categoría, el cuerpo y la mente dialogaron en busca de equilibrio. Atletas con ceguera, con parálisis cerebral, con discapacidad intelectual o con movilidad reducida compartieron una misma certeza: el deporte es también una forma de libertad.
A dos días de que termine la justa, el equipo del Centro de Deporte Adaptado de Querétaro vislumbra un hecho inédito: ingresar por primera vez en el podio nacional. Pero más allá de los números, lo que permanece es la imagen de esos jóvenes que corren, saltan y lanzan, no para escapar de algo, sino para encontrarse con lo que son: pura determinación hecha movimiento.


