En Río Escanela, el aire huele a tierra removida. Las montañas aún guardan la humedad de las lluvias, y entre caminos de lodo y escombros, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, llegó para escuchar lo que la lluvia dejó: historias de pérdida, de espera y de resistencia.
A su lado, el gobernador Mauricio Kuri recorrió la comunidad. No era su primera visita, pero sí una que marcaba un nuevo momento: el de la reconstrucción. “Desde el inicio de la contingencia me habló, hicimos varios zooms… y el Ejército nos mandó ayuda con la Guardia Nacional”, dijo Kuri, agradecido por la presencia federal y por el apoyo que ayudó a mantener abiertas las rutas que el agua quiso borrar.
Los dos caminaron entre la gente, entre casas aún húmedas y caminos abiertos a mano. Escucharon peticiones, tomaron nota, y reafirmaron que el trabajo conjunto seguirá. La Presidenta prometió respaldo: el Programa para el Bienestar de las Personas en Emergencia Social o Natural (PESN) desplegará brigadas para acompañar el censo y definir apoyos directos a las familias afectadas.
El gesto fue más que un acto político; fue una muestra de presencia. Sheinbaum miró a las familias y les dijo que no están solas. Kuri reconoció la ayuda y el compromiso. En medio del silencio posterior a la tormenta, la Sierra Gorda comenzó a recuperar su ritmo.
Entre helicópteros que aún cruzan el cielo y maquinaria que retira piedras del camino, la vida vuelve poco a poco. La visita de la Presidenta dejó algo más que promesas: la certeza de que la sierra no está olvidada, que la solidaridad, como el agua, también recorre caminos difíciles.


