En una sala donde se mezclaban el murmullo de empresarios y el eco de los brindis, Mauricio Kuri pronunció una frase que pareció flotar más allá del acto protocolario: “Vivir en Querétaro es distinto y distinguible.” No hablaba solo de calles limpias o de seguridad; hablaba de una sensación, de una forma de habitar el estado.
El motivo era la toma de protesta de Miguel Ángel Feregrino como nuevo presidente de la Asociación de Hoteles Boutique del Estado. Un relevo que simboliza continuidad en una industria que, más que vender habitaciones, vende experiencias: patios coloniales, terrazas al atardecer, historia y modernidad trenzadas en cada rincón.
Kuri recordó que el crecimiento de Querétaro no se entiende sin sus empresarios, sin quienes siguen creyendo que invertir aquí vale la pena. “Pasear y sentirse seguro”, dijo, es hoy un lujo en muchas partes del país, pero en Querétaro —aseguró— sigue siendo parte del día a día.
Feregrino tomó el relevo con agradecimiento. Habló de confianza, de visitantes que llegan desde la Ciudad de México buscando algo distinto, y de su compromiso por mantener ese equilibrio entre lo íntimo y lo innovador que caracteriza a los hoteles boutique.
Isaac Dehesa, el presidente saliente, dejó una reflexión: el turismo crece, pero hay que cuidarlo. Llamó a nuevos inversionistas a sumarse, a seguir haciendo de Querétaro un destino donde la hospitalidad no se improvisa.
La ceremonia cerró entre sonrisas, pero también con un aire de propósito compartido. En Querétaro, el turismo no solo deja derrama económica: deja identidad. Porque, como dijo el gobernador, hay algo en este estado —su ritmo, su orden, su confianza— que lo hace, inevitablemente, distinto y distinguible.


