En Querétaro, el frío no solo se siente en las manos. Se cuela en los patios de las escuelas, entre mochilas y desayunos a medio terminar. Por eso, a partir del 10 de noviembre, el horario escolar también se abriga: las primarias públicas del estado —generales e indígenas— entrarán más tarde, y por primera vez, las vespertinas también ajustarán su jornada.
La decisión, anunciada por Irene Quintanar Mejía, coordinadora de la USEBEQ, busca cuidar a más de 200 mil niñas y niños que cruzan las mañanas frías o regresan al atardecer envueltos en viento. No es un cambio menor: 865 escuelas del turno matutino tendrán clases de 8:30 a 12:30, mientras que 226 del vespertino lo harán de 14:00 a 18:00 horas.
En un estado donde el invierno no perdona los cerros ni los valles, la medida se siente como un gesto simple pero humano. Quintanar lo explicó con claridad: se trata de prevenir enfermedades respiratorias y garantizar que la educación no compita con el termómetro.
El anuncio incluye flexibilidad. Habrá personal de guardia para quienes no puedan ajustar sus rutinas, y los filtros escolares seguirán vigilando la salud de los alumnos. En las aulas, los uniformes podrán abrigarse con chamarras, suéteres, gorras o mallas: un uniforme distinto, hecho de cuidado.
El invierno también enseña. Enseña a esperar un poco más la luz del sol, a mirar cómo la comunidad escolar se adapta, cómo los padres reorganizan sus mañanas y los maestros abren las puertas con un saludo más cálido.
Hasta febrero, las campanas de entrada sonarán distinto. Será el mismo aprendizaje, pero con un abrigo de tiempo y empatía que, por primera vez, alcanza a todos los turnos.


