En una sala del Complejo de Seguridad Rhino, un grupo de policías municipales observa con atención una escena proyectada: una mujer habla con voz temblorosa, un niño la mira desde la esquina, un agente toca la puerta. No es real, pero lo parece. Y esa es la intención.
La Policía Estatal de Querétaro ha iniciado una capacitación de 40 horas para policías de los municipios de Querétaro, Corregidora y El Marqués. No se trata solo de aprender protocolos, sino de entender cómo se actúa ante la violencia familiar: un fenómeno que, más allá de estadísticas, toca la vida cotidiana de miles de familias.
El programa —parte del Plan de Acción Estatal para la Atención del Fenómeno de la Violencia Familiar— combina teoría y práctica, con un enfoque de 70 por ciento vivencial. En el Stand de Tiro Virtual y el Centro de Entrenamiento Inmersivo, los policías ensayan respuestas, ajustan su tono de voz, miden su distancia, aprenden a reconocer una víctima más allá de los hechos.
Entre los temas figuran el rol del primer respondiente, los protocolos interinstitucionales y la canalización adecuada de los casos. Pero también, algo más difícil de enseñar: la empatía.
El objetivo no es solo mejorar la reacción operativa, sino sembrar una nueva forma de mirar la violencia: no como un delito aislado, sino como una urgencia humana que requiere sensibilidad, coordinación y decisión.
Desde la Secretaría de Seguridad Ciudadana se busca que todos los municipios adopten este modelo, construyendo una red estatal de atención prioritaria. Una red donde cada policía entienda que detrás de cada reporte hay una historia, una familia y una posibilidad de cambio.
En Querétaro, la lucha contra la violencia familiar también pasa por el aula. Por la práctica. Por aprender a escuchar antes de intervenir.


