Durante cinco días, en la frontera texana, nueve integrantes de los cuerpos de emergencia de Querétaro caminaron hacia un territorio donde el fuego no es amenaza, sino maestro. El Primer Entrenamiento Binacional de Bomberos, realizado en Laredo, Texas, reunió a personal de la CEPCQ y de distintas corporaciones voluntarias de la Sierra y la zona metropolitana, todos convocados por una misma vocación: aprender para proteger.
En el Centro Internacional de Entrenamiento para Oficiales de Seguridad y Bomberos, la instrucción no se dio en aulas, sino en escenarios donde el calor marca el ritmo y la concentración determina el rumbo. Cada participante, proveniente de comunidades tan diversas como Jalpan de Serra, La Lagunita, Arroyo Seco o Corregidora, encontró en este espacio un punto de coincidencia: la necesidad de perfeccionar habilidades que, en su labor diaria, pueden significar la diferencia entre la vida y la pérdida.
Los módulos abordaron lo esencial: el manejo del equipo estructural, la respiración autónoma, la entrada forzada que abre paso sin comprometer la seguridad, la búsqueda en condiciones adversas, el uso de escaleras en momentos apremiantes. Hubo también un encuentro cercano con los simuladores flash-over, donde el fuego muestra su comportamiento más impredecible y obliga a respetarlo.
Cada ejercicio fue una exploración de límites. Las prácticas de ventilación, supresión y rescate recordaron a los elementos por qué su trabajo requiere más que fuerza física: demanda serenidad, técnica y una lectura precisa del entorno. En ese aprendizaje compartido, la frontera desapareció y quedó solamente el oficio.
Al finalizar el entrenamiento, la CEPCQ reafirmó su compromiso con la capacitación basada en estándares internacionales. Pero más allá de la institucionalidad, lo que queda es un gesto humano: la convicción de quienes, desde distintos rincones de Querétaro, dedican su tiempo y su cuerpo a la protección de otros.
Ese retorno, después de días de fuego controlado y lecciones intensas, simboliza algo más profundo que un curso aprobado: representa la voluntad de seguir aprendiendo para cuidar. Y en esa voluntad se sostiene, silenciosamente, una parte fundamental de la seguridad de las familias del estado.


