La sierra, tras la lluvia, huele a tierra removida y a esperanza contenida. Entre los caminos que aún guardan rastros de lodo, los camiones del gobierno estatal avanzan cargados de víveres, cobijas y promesas de alivio. Luis Nava, secretario de Desarrollo Social, supervisa la entrega de apoyos como quien entiende que la urgencia no espera discursos.
En Jalpan, Landa de Matamoros, Arroyo Seco, Pinal de Amoles, Peñamiller, Cadereyta, Tolimán y Ezequiel Montes, las manos se extienden, algunas cansadas, otras agradecidas. En Santa María de los Cocos, donde el acceso por tierra fue imposible, la ayuda llegó por aire: cajas que bajaron del cielo con lo esencial para resistir.
En total, 32 mil 532 productos —despensas, agua, cobijas, ropa, kits de limpieza, pañales— se distribuyen entre las familias que perdieron parte de su tranquilidad. Mil 930 personas participan en esta operación humanitaria: 600 del gobierno estatal, 530 del federal —incluidos soldados del Ejército y efectivos de la Guardia Nacional— y 800 elementos municipales. También se sumaron más de 200 funcionarias y funcionarios, enviados a la sierra para acompañar, coordinar y asegurar que nada se quede en el camino.
El Gobierno del Estado ha reconocido el respaldo del Gobierno Federal, especialmente del Ejército y la Guardia Nacional, por liberar carreteras, transportar insumos y trabajar con la Comisión Federal de Electricidad para devolver la energía a los hogares oscurecidos por el temporal.
En cada caja entregada hay más que víveres: hay una forma de presencia, un recordatorio de que la sierra no está sola. Entre helicópteros, montañas y caminos abiertos a golpe de pala, la solidaridad se vuelve tangible, casi como el sol que asoma tras la tormenta.