La Sierra Gorda se prepara para abrir sus caminos como quien abre un libro antiguo: con cuidado, con orgullo y con la certeza de que cada página guarda una historia que sigue viva. Así se presentó el programa del Festival de la Huasteca 2025, un encuentro que reunirá a 400 portadores de tradición provenientes de seis estados y que, del 20 al 23 de noviembre, convertirá a Querétaro en un puente entre voces, lenguas y memorias.
Durante la presentación, el gobernador Mauricio Kuri González habló de la cultura como un ejercicio cotidiano. Su mensaje giró en torno a la integración: que quienes llegan al estado encuentren un lugar donde vivir sin miedo, donde la convivencia y el respeto formen parte de la identidad colectiva. En sus palabras también apareció la Sierra, no como paisaje, sino como estado de ánimo: un recordatorio de que el territorio es más amplio que los límites urbanos y que la esencia del estado aún se respira entre montañas.
La secretaria de Cultura, Ana Paola López Birlain, planteó otro eje: el maíz como símbolo central. Lo definió como vida, identidad y espiritualidad, un elemento que atraviesa los oficios, los rituales y las prácticas que dan forma a la Huasteca. En esa semilla —tan simple, tan común— descansa una herencia que no necesita artificios para seguir vigente.
El festival espera recibir a más de 15 mil visitantes y generar una derrama económica de hasta 9 millones de pesos. Pero más allá de las cifras, su propósito es mantener encendida la transmisión de saberes. Más de 100 actividades poblarán estos cuatro días: danzas agrícolas, rituales, música de viento, huapangueros, voladores, poetas, cocineras tradicionales, artesanas y parteras indígenas. Cada uno representa una pieza del rompecabezas cultural que une a la región.
El trabajo previo tampoco ha sido menor. Talleres de huapango, son arribeño y lírica improvisada han reunido a niñas, niños y jóvenes en distintos municipios serranos. También se presentó el libro “La Huasteca – Cuerpos de Maíz” y se celebró un baile simultáneo de huapango que reunió a cinco mil personas durante más de tres horas.
Al finalizar, López Birlain resumió el espíritu del encuentro: el Festival de la Huasteca es un reconocimiento a quienes mantienen vivas las tradiciones. Un territorio donde la música, la palabra y la comunidad siguen haciendo raíz. Querétaro —dijo— es el corazón de esa Huasteca compartida.


