El impulso silencioso de las manos que trabajan

En tres municipios del semidesierto queretano, Colón, Pedro Escobedo y Tolimán, la entrega de equipamiento a ocho iniciativas productivas tomó la forma de un gesto que, aunque cotidiano, tiene un trasfondo profundo: reconocer el trabajo de mujeres que, día tras día, convierten su oficio en sustento. La secretaria del Trabajo, Liliana San Martín Castillo, encabezó este encuentro donde el fortalecimiento de la economía familiar se entrelaza con la búsqueda de independencia económica.

En talleres improvisados en patios, en cocinas que huelen a pan recién hecho, en mesas de costura que han visto largas horas de concentración, estas emprendedoras han sostenido actividades como confección, costura, panadería, repostería y preparación de alimentos. El equipamiento entregado no es sólo maquinaria o herramientas; es una extensión de esas manos que moldean, cosen, hornean y transforman.

San Martín Castillo recordó que este esfuerzo no se limita a estas ocho iniciativas. En total, 116 proyectos productivos reciben apoyo a través del programa, un número que sugiere la dimensión colectiva del impulso: una red de mujeres que, desde distintos rincones del estado, han decidido apostar por sí mismas.

El acto de entrega, discreto en apariencia, encierra una narrativa más amplia: la de mujeres que construyen ingresos propios como una forma de afirmación personal y familiar. En cada emprendimiento hay una historia, una búsqueda por sostener un negocio que crece al ritmo de la voluntad y las oportunidades. El programa no añade ni suplanta esas historias, pero sí ofrece un acompañamiento que puede marcar la diferencia entre la resistencia y la estabilidad.

Así, en los municipios que recibieron estos apoyos, la escena deja una imagen persistente: la de mujeres que continúan, con herramientas nuevas y oficios antiguos, la tarea de abrirse camino en un entorno donde cada avance tiene el valor de lo construido con esfuerzo.